La televisión para educar en la sinceridad, por difícil que parezca
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Uno de los temas más preocupantes del panorama televisivo actual, es la apubullante presencia de la mentira, posiblemente reflejo del mundo actual. Pero este no es un artículo para criticar la televisión, (aunque ganas no me falten), sino para contar cómo podemos aprovecharla para reforzar la sinceridad de nuestros hijos, contrarrestando sus efectos negativos, aunque a priori parezca imposible.
No voy a referirme aquí a aquellos programas que todos sabemos que no son apropiados y que no deben ver nuestros hijos: se supone que ya estamos atentos a ello. Hoy me refiero a esos programas simpáticos y divertidos que muchas veces vemos en familia, y que son casi todas las películas y series que caen dentro de lo que podemos llamar "comedias de situación" o "comedias de enredo". Normalmente las utlizamos para pasar un buen rato, sin reparar mucho en su contenido formativo, ya que los personajes suelen tener buenas intenciones y mostrar cierta nobleza. Pero un elemento constante de este tipo de programas es la mentira: está tan incrustada en el corazón de los mismos, que ni siquiera reparamos en ello cuando, de hecho, las mentiras suelen ser la causa origen de todos los líos y sucesos de casi todas las comedias hoy en día. Si nos paramos a analizarlo, casi todas esas situaciones enredadas, que son divertidas por tratarse de la ficción, pero que en la vida real supondrían problemas verdaderamente serios, están originadas por las pequeñas mentiras. Y no son mentiras a cualquier persona, sino a gente en la que se confía, como padres, madres, maridos, mujeres, novias, amigos... unas veces son mentiras piadosas, otras se dicen para evitar que alguien sufra, otras para no dar expliaciones muy difíciles, y otras es simplemente la falta de verdad, el evitar decir algo o no tener valor para hacerlo, lo que provoca el gran lío. Y como elemento común, todas estas mentiras suelen tener el sello de gente normal con buenas intenciones, lo que consigue el elemento clave de las comedias, que sean situaciones con un toque de realidad como para que pudieran llegar a suceder.
El caso es que toda esta ola de series y comedias resulta ser un escaparate excelente para la mentira, que se convierte sin darnos cuenta en nuestra compañera de viaje, mostrando una y mil formas de utilizar las mentiras, hasta casi convertirse en una academia donde cualquier puede aprender a mentir. Pero toda esta publicidad de la mentira tiene un lado bueno: si estamos atentos, ¡podemos utilizarla a nuestro favor!.
Es cierto, si no hacemos nada, ese sutil veneno, inofensivo en pequeñas dosis, irá entrando por los ojos -los nuestros y los de nuestros hijos- hasta llegar a dosis peligrosas. Pero ¿y si aprovechamos todos esos líos y problemas que provocan las pequeñas mentiras? ¿por qué no mostrar la causa de esos males?
Es muy fácil; no es necesario estar sermoneando, ni dando la paliza cada dos por tres con que si hacen esto bien, o hacen esto mal: basta con hacer algún pequeño comentario simpático cuando vemos una de estas situaciones. Algo que recuerde a los niños que todos esos problemas se han originado por decir mentiras, o incluso que rebaje el status del personaje "qué tontorrón, vaya lío que ha montado por no decir la verdad, a quién se le ocurre hacer eso", o cosas así. De esta forma, ayudaremos a crear en el cerebro de los niños una asociación natural entre "problemas" y "mentiras". Fortaleciendo esta asociación en el tiempo, lo que hacemos es preparar su mente para rechazar la mentira como instrumento para conseguir ningún fin: cuando el niño evalúe sus distintas opciones para conseguir algo, una de ellas podría ser decir una mentira, pero al pensar en la palabra mentira, acudirán recuerdos de problemas, lo que le llevará a descartar esa opción prácticamente desde el principio.
No voy a poner ejemplos concretos porque las comedias famosas varían de un lugar a otro, y posiblemente no siginificasen nada para muchos. De todos modos, estoy seguro que habéis entendido lo que propongo y estáis en condiciones de llevarlo a cabo, cada uno a su manera y en su casa.
Para terminar, una reflexión. Es importante tener un cierto control sobre la televisión que ven los niños, porque como vemos, sin ser prácticamente conscientes, los niños reciben muchísimas lecciones e información cada día, y como en todo, sus efectos pueden ser buenos o malos. Normalmente, muchos de los programas infantiles tienen un contenido muy positivo y formativo, pero no hay que dejar de pensar en la televisión que ven los padres cuando los niños están presentes: puede haber muchas cosas poco educativas, y ahí nos toca estar atentos para actuar y convertir situaciones comprometidas en momentos educativos.
Comentarios
Gracias por tu comentario,
Gracias por tu comentario, de ahora en adelante tendré más cuidado en lo que ven mis hijos por la tele, se lo intentaré explicar.
Gracis de nuevo.Esmeralda de Madrid