Ricitos de oro

Toca la imagen del cálamo de abajo para acceder gratis a nuestra mejor selección de cuentos con actividades. Descárgalos y disfruta de ellos siempre que quieras

Advertisement

¿Dónde empezar? Descarga la guía gráfica "Educar con cuentos", disfruta nuestros videocuentos y prueba Jakhu Cuentos, nuestra app de cuentos infantiles.

Ficha del cuento
Ricitos de oro

Autor:

Robert Southey

Edades:

Hasta 10 años

Valores

Respetar la intimidad
Tu puntuación: Ninguno Puntuación media: 9 (1955 votes)
Click para escuchar

Resumen

Paseando por el bosque Ricitos de Oro encuentra una casita abierta y entra. Es la casa de papá y mamá osos, y su hijo el osito. En ella cada uno tiene su plato de la cena, su silla y su cama. Ricitos va probando cada una de estas cosas, para terminar eligiendo siempre las del osito. Así, se come su cenita, rompe su sillita y se queda dormida en su camita. Al llegar los osos, van descubriendo los cambios con enfado y sorpresa, hasta encontrar a Ricitos, quien se despierta con un terrible susto y sale corriendo por la ventana.

Pulsa sobre cada enlace o desplázate hacia abajo para leer las distintas versiones del cuento

Videocuento:

Texto original:

Una tarde se fue Ricitos de Oro al bosque y se puso a recoger flores. Cerca de allí había una cabaña muy linda, y como Ricitos de Oro era una niña muy curiosa, se acercó paso a paso hasta la puerta de la casita. Y empujó.
La puerta estaba abierta. Y vio una mesa.

Encima de la mesa había tres tazones con leche y miel. Uno, grande; otro, mediano; y otro, pequeñito. Ricitos de Oro tenía hambre y probó la leche del tazón mayor.

- ¡Uf! ¡Está muy caliente!

Luego probó del tazón mediano.

- ¡Uf! ¡Está muy caliente!

Después probó del tazón pequeñito y le supo tan rica que se la tomó toda, toda.

Había también en la casita tres sillas azules: una silla era grande, otra silla era mediana y otra silla era pequeñita. Ricitos de Oro fue a sentarse en la silla grande, pero ésta era muy alta. Luego fue a sentarse en la silla mediana, pero era muy ancha. Entonces se sentó en la silla pequeña, pero se dejó caer con tanta fuerza que la rompió.

Entró en un cuarto que tenía tres camas. Una era grande; otra era mediana; y otra, pequeñita.

La niña se acostó en la cama grande, pero la encontró muy dura. Luego se acostó en la cama mediana, pero también le pereció dura.

Después se acostó en la cama pequeña. Y ésta la encontró tan de su gusto, que Ricitos de Oro se quedó dormida.

Estando dormida Ricitos de Oro, llegaron los dueños de la casita, que era una familia de Osos, y venían de dar su diario paseo por el bosque mientras se enfriaba la leche.

Uno de los Osos era muy grande, y usaba sombrero, porque era el padre. Otro era mediano y usaba cofia, porque era la madre. El otro era un Osito pequeño y usaba gorrito: un gorrito pequeñín. El Oso grande gritó muy fuerte:

-¡Alguien ha probado mi leche!

El Oso mediano gruñó un poco menos fuerte:

-¡Alguien ha probado mi leche!

El Osito pequeño dijo llorando y con voz suave:

-¡Se han tomado toda mi leche!

Los tres Osos se miraron unos a otros y no sabían qué pensar. Pero el Osito pequeño lloraba tanto que su papá quiso distraerle. Para conseguirlo, le dijo que no hiciera caso, porque ahora iban a sentarse en las tres sillitas de color azul que tenían, una para cada uno.

Se levantaron de la mesa y fueron a la salita donde estaban las sillas.

¿Que ocurrió entonces?

El Oso grande grito muy fuerte:

-¡Alguien ha tocado mi silla!

El Oso mediano gruñó un poco menos fuerte:

-¡Alguien ha tocado mi silla!

El Osito pequeño dijo llorando con voz suave:

-¡Se han sentado en mi silla y la han roto!

Siguieron buscando por la casa y entraron en el cuarto de dormir. El Oso grande dijo:

-¡Alguien se ha acostado en mi cama!

El Oso mediano dijo:

-¡Alguien se ha acostado en mi cama!

Al mirar la cama pequeñita, vieron en ella a Ricitos de Oro, y el Osito pequeño dijo:

-¡Alguien está durmiendo en mi cama!

Se despertó entonces la niña, y al ver a los tres Osos tan enfadados, se asustó tanto que dio un brinco y salió de la cama.

Como estaba abierta una ventana de la casita, saltó por ella Ricitos de Oro, y corrió sin parar por el bosque hasta que encontró el camino de su casa.



Análisis de sus Valores

Lo mejor del cuento Lo menos bueno
-- Es muy sencillo y fácil de recordar para los niños -- No expresa claramente su mensaje educativo, necesita ser reforzado

Valoración

Ricitos de oro es un cuento inusual en el sentido de que no tiene final feliz ni un mensaje muy explícito. Sin embargo plantea un situación que puede aprovecharse a nivel educativo para mostrar a los niños la importancia del respeto a las cosas de los demás y a su intimidad. Es también una buena historia para enseñar que la curiosidad tiene que tener límites.

Por otra parte, es un cuento en el que la originalidad del nombre de la protagonista, y las sucesivas repeticiones lo hacen especialmente fácil de recordar y disfrutar para los niños más pequeños. Es de hecho un cuento excelente para representar en teatro para niños muy pequeños que aún no comprenden un lenguaje complejo, pero disfrutan con historias sencillas y con expresiones cómicas que se repiten y les ayudan a centrarse.